La Grecia rimarrà nell’Euro, per le pressioni di USA e Cina
Romano Prodi: “Habrá acuerdo por la presión de EE.UU. y China”
“Debe conseguirse un acuerdo por el bien del euro y por el bien de España”, afirma el expresidente del Gobierno italiano y de la Comisión Europea
Entrevista con Romano Prodi en La Vanguardia de 7 julio 2015
Romano Prodi (1939), presidente de la Comisión Europea entre 1999 y 2004, coincidiendo con el nacimiento del euro, y presidente de Gobierno de Italia en dos ocasiones (1996 y 2006), cree que Grecia seguirá en la eurozona, más por la presión de las grandes potencias (Estados Unidos y China), que por la habilidad europea para solucionar la crisis. Se muestra muy crítico con Alemania y cree que solo la alianza de Italia, España y Francia podría contrapesar las políticas dominantes de la primera.
¿Qué salida ve para la situación griega tras el no del referéndum?
Yo personalmente creo que al final habrá un acuerdo, aunque ya sé que muchos piensan que no. En primer lugar porque internacionalmente hay muchas fuerzas implicadas en evitar más turbulencias. Para empezar, Estados Unidos, que no quiere alterar los mercados financieros. También China, que influye menos que los primeros sobre Angela Merkel, la canciller alemana, pero que tiene su influencia y que como potencia emergente quiere una alternativa al dólar. Las grandes potencias económicas no quieren que el euro vuelva a convulsionar los mercados. Dicho esto, los acontecimientos imprevistos siempre están al acecho para provocar problemas.
Usted habla de un acuerdo, pero ¿cuál sería el contenido de ese pacto entre Europa y Grecia?
Como siempre sucede, una combinación o mezcla de cosas. Algo de ajuste en las pensiones, el gasto público, en la recaudación de impuestos por el estado griego. A cambio, el Banco Central Europeo (BCE) deberá aportar recursos para mantener vivo el sistema bancario griego y en algún momento deberá acometerse el tema del volumen de la deuda griega. Déjeme decirle, de paso, que nunca entendí por qué se llamó al Fondo Monetario Internacional (FMI) en los rescates de Grecia, un país que no representa el 2% del PIB de la eurozona. Es una muestra de debilidad, que ahora ha complicado las cosas y que muestra la renuencia de Alemania a asumir el papel que le corresponde.
Pero según cuál sea ese acuerdo con Grecia también puede tener consecuencias políticas en otros países. Por ejemplo, el Gobierno de Mariano Rajoy mantiene una posición de dureza con Alexis Tsipras, en parte por su propia imagen interna¿.
Ya, lo sé, soy consciente. Pero el Gobierno español no podrá mantener esa línea hasta un punto más allá de lo razonable. El acuerdo es necesario por el bien del euro y por el bien de España.
¿Cuáles son los límites en la capacidad de negociación de Angela Merkel?
Por un lado, como decía antes, en la posición especialmente de Estados Unidos, en el plano internacional, por otro la posición crítica de sus aliados, la CSU bávara. También debemos tener en cuenta que la presión del populismo que afecta a todos los grandes países europeos, también ha llegado a Alemania. De todas maneras, Angela Merkel es una artista del compromiso, como ha venido demostrando hasta ahora.
¿No cree que hay problemas estructurales en el diseño del euro que están en el fondo de la crisis de la moneda y de Grecia?
Sin duda. El poder económico de Alemania no tiene los contrapesos que existen en una moneda única de verdad. El alejamiento del Reino Unido ha reforzado aún más esa situación. Y Alemania lo ha convertido en poder político, no sólo con su influencia directa, también con la de personas que actúan en su nombre, como por ejemplo el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. La Comisión actual es mucho menos potente de lo que lo fue en el pasado y en cambio debería serlo mucho más a la vista de los desafíos que tiene delante.
¿Y qué papel tienen el resto de los países?
De momento, se someten a Alemania. España, Italia y Francia deberían aliarse para defender una política diferente. Pero no ha sido posible, han optado por dialogar cada uno por separado directamente con Berlín, con la canciller Merkel. Hay una frase de derecho eclesial que dice “Roma locuta, causa finita”. Ahora ponga usted Berlín en lugar de la capital italiana.